Si no estuviera basada en hechos reales, ‘Compliance‘ podría batirse en crueldad on Haneke o Lars Von Trier: trata la historia de una chica que, por culpa de una “broma” acaba siendo víctima de abuso sexual. La historia no se basa en un caso real aislado, sino que se produjeron al menos setenta casos similares en cadenas de fast-food de EE.UU. Un tipo, haciéndose pasa por policía, llama a un fast food y acusa a una empleada de haber robado, pide al superior que la registre y a la encargada no parece extrañarle que la policía dé órdenes (por teléfono) de retener a una persona sin que haya mediado denuncia o incidente alguno. Tampoco le sorprende que la policía no aparezca, que tenga que desnudar a la empleada, y mil vejaciones más. Hasta que no llega un “Bartleby” que se niega a creerse al “policía” y se cuestiona lo que se le pide, allí nadie reacciona.
Todo parece surrealista, pero en realidad va más allá, y como el experimento de Milgram en el que se basaba la “broma” y que estudia la obediencia a la autoridad, plantea cuestiones mucho más espinosas: ¿hasta qué punto se puede manipular al individuo? ¿Y a una sociedad?
